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domingo, 20 de diciembre de 2020

Calma en el interior de un vagón de tren


 El tren siempre ha sido un lugar ideal para leer. Dependiendo del trayecto, no podías hacer nada mejor que concentrarte en tu lectura. No puedes hacer otra cosa. Nadie te va a molestar. Durante mis trayectos al trabajo, me he leído muchos libros. Con frecuencia, la mejor parte de la jornada era el viaje el tren y la inmersión en el mundo de la lectura.
Ahora no sólo se lee. Muchos chatean, otros juegan, algunos ven series o videos musicales y también escuchan música. Algunos deben leer algo más que los titulares de un diario, también veo gente que lleva sus libros electrónicos. Algunos, muy pocos, llevan su libro y casi nadie un diario.
Todos siguen enfrascados, eso sí, en el mundo que se desarrolla más allá de sus límites.

Seguimos esperando que todo esto acabe


 

Pero, mientras tanto, vamos a mantener la calma. Nada te puede pasar si cumples las normas y si te subes al tren , que ya sabes que es el tren del silencio, puedes seguir mirando tus cosas en tu pantalla, porque la realidad que tienes delante tuyo puede no gustarte, es más , seguramente te parecerá insulsa cuando no insoportable, así que disfruta de tu viaje en el tren del silencio por los raíles de la ceguera.

Viajamos dentro de una cápsula, y nos metemos dentro de otra al mismo tiempo



 

No hace falta mirar por la ventana ni mirar lo que tenemos delante


 No hace falta, a no ser que se trate de una pasajera ruidosa o de algún perro que mira asustado donde acomodarse cuando todo está lleno y tiene miedo de que le pisen. El lugar de la lectura lo han ocupado los juegos en el móvil, sorprende encontrar a gente adulta que comparte con los adolescentes esta afición por los juegos. Debe ser que les permite evadirse de la realidad, el trayecto se les hace más corto, les permite matar el tiempo.

Cada uno va a lo suyo


 Son las cuatro de la tarde. La gente vuelve. Cada uno va a lo suyo. No quieren saber nada de nadie, sólo quieres estar tranquilamente en tu asiento, en tus cosas, descansando del ajetreo. Pero no es así,la mente nunca descansa. En sus rostros que intentan escapar de la preocupación, se graba una mueca de angustia que traspasa el umbral del sueño. Sabes que nunca podrás estar en paz.

A veces todo parece engañosamente fácil...


 A veces todo parece engañosamente fácil, porque sólo tienes que tocar con la yema de tu dado la pantalla, y todo un mundo aparece allí.Pero todo es producto de la imaginación. No estás allí. Nunca vas a poder tocar esas montañas, ni sumergirte en las cálidas aguas tropicales que te retan a abandonar tu vida desde los anuncios flotantes y emergentes de las páginas. Todo parece engañosamente fácil, y engañosamente verdadero.

Estamos muy cerca y a la vez muy lejos


 La distancia es engañosa. Hay un abismo siempre entre las vidas que se tocan al salir del vagón de tren. Hay años luz entre las miradas que se cruzan furtiva, o desdeñosamente, al consultar el nombre y la hora de la siguiente parada. La sociedad de la vigilancia ha triunfado finalmente. Todos hemos aprendido a ser policías de nuestros semejantes y censores de nosotros mismos. No debemos temer ya el control y la censura externas.

Nadie sabe qué es lo que está pasando


 Y tal vez es mejor que así sea. No se puede ser consciente de todo, todo el tiempo. La gente cierra los ojos y se sumerge en sus pensamientos al amparo del sopor causado por el movimiento cadencioso del tren del silenció,donde nadie habla, pocos se miran y mucho menos se tocan.A veces lo mejor es cerrar los ojos y no ver ni escuchar nada de nada.

Todos vamos en el mismo barco... o vagón


 A pesar de todas las diferencias, todos compartimos un mismo destino, y a él llegaremos, en un momento u otro, no todos al mismo tiempo ni con las mismas circunstancias, pero todos llegaremos a la misma estación de destino.

Hay otros mundos, pero están en este


Y este mundo parece que ahora está en otro sitio. Aunque, algunas veces, alguien se atreve a mirar por la ventana para ver qué es lo que pasa en el mundo.
 

Tenemos muchas cosas en común


 Hay momentos para la acción, otros para el pensamiento. La mujer de la izquierda hablaba con otra de su padre, que estaba en una residencia. No sabemos qué es lo que miraba la que tenía en el sillón de al lado en su móvil. Puede ser que estuviese buscando algo, o curioseando cualquier cosa, o tal vez escribiendo a la residencia donde, también, su padre estaba ingresado. Tenemos muchas cosas en común, aunque a veces no queramos verlas.

Un medio de transporte para todos


 

Los buenos, los que son de aquí de toda la vida, a veces hablan de ese tiempo en el que todos se conocían , todos hablaban de lo mismo y pensaban prácticamente lo mismo, de esa edad dorada ( nadie sabe realmente si existió, ya sabemos que la memoria es selectiva y creativa, perpetrará la historia que se acomode mejor a nuestro presente ) que hace ya mucho que pasó. Porque ahora hay gente extraña con nosotros. Hablan otras lenguas, son de otro color, piensan distinto y siempre mal. Están entre nosotros y no sabemos que hacer. El mundo ha cambiado. A peor. Ya no se puede ir seguro a ningún sitio. Todo se ha degenerado.

El interior de dos vagones, y de dos trayectos


 Una voz femenina impersonal anuncia por los altavoces del vagón que nos encontramos en " El tren del silenci " ( El tren del silencio ), una invitación al solipsismo en la era orwelliana post covid del mutismo verbal y mental. Como si fuese necesario. La gente apenas habla, ni a la ida ni a la vuelta. Pensábamos que nunca lo echaríamos de menos, esas incómodas conversaciones domésticas que no venían al cuento y que todo el vagón escuchaba con una mezcla de curiosidad y de vergüenza ajena. Ya estábamos, hace ya tiempo, dentro del tren del silencio por la ley del silencio.

El mundo desde los andenes


 

Pasajeros al tren. El retorno.


 A veces entra en el vagón alguien de la compañía de ferrocarril . Llevan un uniforme. Tienen ese aire del que está en su casa, saben cómo funciona este mundo complejo y milimétricamente exacto de las líneas de tren, ese mundo hecho de silencios, de intervalos y de esperas.

Pasajeras del tren de la mañana

 

 
A las seis y media de la mañana, le gente aún está en el otro mundo. La noche aún cubre la tierra y por la ventana aparecen los bloques de pisos y las farolas de las calles aún encendidas. Estas mujeres duermen o miran en las pantallas de sus móviles, en una especie de duermevela del cual van despertando a intervalos, tras cada parada de tren. Poco a poco, las luces de las farolas se van apagando y la luz del sol poco a poco se encarna en los bloques de pisos que rodean las vías del ferrocarril.

La espera del tren


 

Dibujo del natural, apuntes de acuarela en estaciones de ferrocarril


  Con el paso de las horas,el cansancio va haciendo mella.A veces parece que no ha pasado ni un minuto entre las seis horas de distancia entre la madrugada y el mediodía, como si no hubiesen ido a ningún sitio, como si no hubiesen hecho nada durante todo ese espacio de tiempo. El mismo día repetido ad aeternam siempre.

Viaje en el tren , interior y exterior


 A veces, alguien llega justo cuando las puertas del tren se acaban de cerrar. La máquina arranca. Y todos se han subido a tiempo, el andén está completamente vacío excepto esa persona, la que no llegó a tiempo, la que contempla impotente como el tren se va mientras que ella se queda en la orilla del andén, esperando al siguiente.

Causan una impresión de soledad, desamparo y abandono. Me recordaron al " Monje frente al mar", de Friedrich.







Esperando el tren cuando la noche llega


 

La oscuridad del mes de noviembre, como una lengua de sombra de los alargados cipreses de la muerte del otoño y del año que ya está próxima, envuelve el mundo entero y las personas, arrebujadas en sus abrigos del frío y en sus móviles del mundo exterior, anhelan tal vez la llegada del sol otra vez más.

La gente que espera en los andenes


La gente que espera en los andenes miran al suelo y a veces también al otro lado de la orilla del andén. A veces conocen a alguien.Otras veces otean entre las cabezas grises buscando a algún conocido. Cuando lo encuentran, no tienen reparo en hablar a voces, aunque estén en el tren del silencio. Algunas personas de reojo ; a algunos no les gusta eso de gritar,parece como si estuviéramos en un país tercermundista,donde la gente grita y todo el mundo hace como si no le interesase, pero no pierden palabra. Otros,en cambio, llevan tiempo mirando al otro lado del arcén,saben que ya no hay nadie,están en un sitio extraño, en un mundo que ya no es el suyo.Podrían estar allí y en cualquier otro sitio. No le importan a nadie.

Estación de Ferrocarril, esperando la llegada del tren por la mañana temprano




 

Los primeros que llegan al andén ya van tomando posiciones, a esa hora aún quedan asientos libres y podrán ir sentados, consultando su móvil o simplemente dormitando, es muy pronto aún y muchas de las cafeterías todavía están cerradas. A veinte metros bajo tierra, el frío del exterior hace que la gente no pare de moverse .

El tren de la mañana, el nuevo día


 

Todo el mundo está absorto en su móbil. No hay libros ni periódicos. Tampoco podemos ver las bocas ni las narices de nadie. Ya sólo nos hablan los ojos, ya que la gente apenas habla. En la asepsia totalitaria de la era covid, la distopia de Simon Jeffes y su Penguin Café Orchestra ya se ha hecho real, pero ya no tenemos su música para buscar una salida.Y el tren está a punto de llegar.

El tren se va aproximando al andén


 

Primero notas una corriente de aire frío, y un sonido espantoso, como un monstruo estuviese respirando allí adentro , en el túnel oscuro. El sonido se hace cada vez más potente y empezamos a percibir una luz en el fondo del túnel. La gente se impacienta y se asoma a la orilla del andén.

Paisanaje urbano. El abismo de la vía del tren


 

La vía del tren no es solamente el lugar por donde circulan los vagones del tren . También es el abismo   que separa las vidas, el río de dos corrientes opuestas cuyas orillas son los andenes.Las orillas, los andenes, son como dos mundos, no sólo en el espacio ; sólo nos encontramos con las personas que comparten nuestro tiempo en un andén. No sólo nos separan unos metros, hay toda una vida por enmedio. Como cuando caminamos por la calle, sólo que aquí se hace más patente la separación.

El paisaje urbano, esperando la llegada del tren

 


 Esperando la llegada del tren, me suele da tiempo a esbozar algunas figuras. A veces puedo dibujar a la misma persona en dos posiciones, en dos movimientos diferentes. Las poses suelen repetirse de la misma manera que repetimos nuestra rutina diaria para ir al trabajo.

Paisaje urbano a la acuarela. La llegada del tren.


 

La entrada y descenso y la estación me recuerda a esos grabados de Piranesi de las Carceri, grandes escalinatas que me llevan a los andenes, pero que desde arriba no se pueden percibir. Nada que ver con el claustrofóbico metro de Londres, el más antiguo del mundo. Entre cárcel e iglesia por su magnitud, al llegar abajo la gente espera taciturna y en silencio la llegada del tren. La era covid ha traído también una epidemia de silencio, por lo que he podido comprobar.

Paisaje y paisanajes urbanos. El tren


 

Cuando Julio Verne escribió su conocida novela " Viaje al centro de la tierra", seguramente imaginó que en un futuro no tan lejano nos desplazaríamos, en las zonas urbanas, mayoritariamente , bajo tierra. Más lejos en el tiempo, el propio Leonardo da Vinci imaginó y dibujo una ciudad con dos niveles de circulación, en función de la clase social. Ambas intuiciones se han hecho realidad, porque viajamos mayoritariamente en tren o metro y porque sigue siendo el medio de transporte de la clase trabajadora.