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Camino de la Colònia Güell a la Cope |
Allá, al fondo del camino flanqueado por un muro de cantos de río de arcilla, por el que sobresalían las ramas de añosos algarrobo, se distinguía, como si hubiese brotado la noche anterior, una sucesión de gigantes bloques que ofrecían una espléndida barrera hacia el mar. Surgidos casi de la nada, firmemente asentados en el terreno, fueron el sueño de una ciudad enferma de futuro que creyó encontrar en la erección de estas ciudades dormitorio, de la noche a la mañana, una muestra de su poder económico, de su capacidad de traspasar capital humano desde el campo hasta este norte prometedor.
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