Tras el incendio del año 2002, que arrasó el pinar y el monte que se extendía desde Ítrabo y Otívar hasta el tajo de los Vados del río Guadalfeo,donde confluyen los términos de Salobreña- Lobres y Vélez Benaudalla, la naturaleza, de forma callada pero constante, se ha ido recuperando hasta conformar un paisaje de pinar en crecimiento, monte bajo y monte alto, tan necesario para evitar la erosión del agua, el viento y el sol. La variación de temperatura entre un terreno sin protección vegetal y un con vegetación, aunque sea matorrales de romero , puede ser de hasta 20 grados. El desierto avanza desde el Sahara hasta Almería y Murcia, y toda la mal llamada Costa Tropical Granadina : es muy fácil conseguir que esto sea un desierto, sólo hay que dejar que se queme el monte una y otra vez, hasta que se quede sólo la roca desnuda, estéril y triste.
Lo que mejor podemos hacer es no hacer nada : no hacer fuego, ni en los cultivos siquiera ( así comenzó el incendio del 2002 ), no contaminar el agua, no ensuciar los escasísimos arroyos, en definitiva, mostrar un poco de respecto y responsabilidad que es lo que nos corresponde como adultos. La naturaleza sabe siempre muy bien lo que se hace, y el ser humano no es imprescindible.
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