domingo, 26 de enero de 2014
Lanzarote, Timanfaya
Porque, a pesar o gracias al turismo que da vida a la gente de la isla, parece que solamente el viento pudiese perturbar la calma milenaria de estas dunas de todos los tonos de siena y pardos que puedan imaginarse, una celebración de la naturaleza inanimada, detenida en un instante para luego después seguir desarrollándose al margen de lo que los seres humanos, esta vez contempladores pasivos en vez de manipuladores, destructores de lo que contemplan, piensen o sientan. Las nubes proyectan sus sombras móviles sobre las dunas terrosas, moviéndose a gran velocidad sobre los guijarros.
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