Quizás no calibremos que estas imágenes tan tópicas de nuestra vida, el hecho de representar a gente bañándose en el río, supusieron toda una revolución. Cuando los impresionistas deciden abrazar la crónica de la vida cotidiana sin recurrir a la pintura histórica y mitológica al servicio del estado, lo que hacen es, tal vez desde nuestra óptica actual, representar la vida desde el punto de vista de lo era la sociedad industrial, con su invento del ocio y del tiempo libre, como un oasis de paraíso terrenal en los tiempos de las jornadas de 12 horas en aquellos tiempos.
Cézanne, Renoir, todos ellos pintaron a las bañistas ( después lo haría también Sorolla, e incluso Fortuny) en ese dolce far niente que no se veía desde el rococó, pero esta vez sin la excusa mitológica,
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