La muerte es una cosa curiosa.A veces, cuando pasaba al lado de esta casa, aún me parecía seguir escuchando el murmullo de las voces, el trajín de cacharros en la cocina, la radio puesta, el olor a pescado que cómo una sombra cubría toda la calle, el chiporroteo del aceite hirviendo en la sartén.
Paso por delante y aún me sigo girando porque me parece que, efectivamente, allí todavía hay alguien, y oigo el sonido del aceite, y huelo el pescando, percibo el movimiento dentro de la casa, las voces, las historias.
Pero allí no hay nadie, hace años que está deshabitada, y ya no se contarán más historias sobre esa casa, tal vez se cuente la historia de su derrumbe.
Se trata de una ilusión de mi mente.Pero me gusta la sensación de pasar y creer que todavia sigue habiendo vida allí dentro, que ese tiempo puede ser recreado al pasar por delante de la reja, que se puede recordar un olor, y una voz.
martes, 20 de diciembre de 2011
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