miércoles, 29 de septiembre de 2010
El viento, omnipresente en la costa este de Lanzarote, arremolina las olas día y noche, el viento se te mete por todos los poros de la piel y por los pensamientos y nunca se detiene, y peina las hojas de las palmeras plantadas en las avenidas de hoteles y apartamentos de Costa Teguise, un lugar del todo artificial y cuya alma reside en lo transitorio de su gente, turistas que siempre están de paso, gente ávida de experiencias y de paz, gente que desea olvidar una vida o tal vez crearse otra, que imagina un antes y un después de unas vacaciones, de unos días de no hacer nada, que se estresará a los pocos días de tanta simplicidad,de tantos minutos huérfanos de objetivos,que desearán regresarán para añorar después las tardes al sol de la isla.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario