domingo, 30 de mayo de 2010
Sant Boi de Llobregat, Collserola
Cuando la noche cae sobre la ciudad,miles de luces móviles e inmóviles motean las faldas de las montañas disipando con sus halos la negrura de ese mundo natural en el que no rigen las normas de la destrucción continua.Sorprende la tranquilidad con la que piedras, árboles y hierbas asumen su destino, sabedores tal vez de que esta es una lucha que nunca se va a detener.Y mientras que el hombre piensa en su vida bajo las estrellas, arropado por la oscuridad de esta noche, y mientras que observa la vida que nunca se detiene, no es sólamente el ir y venir de los vehículos lo que no para, sino que bajo sus pies mismos minúsculos seres se desperezan, comen o mueren, y robles y pinos siguen creciendo hacia el sol que ahora no está.Sólo en estos momentos parece que la naturaleza va ganando la partida, aunque las luces y el estruendo del día nos traerá otra impresión más exacta.Pero ahora, cuando escuchamos el latir de la ciudad al fondo, también podemos escuchar los silabeos de los insectos invisibles en la hierba y pensar que, a fin de cuentas, no todo está tan claro.
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