domingo, 30 de mayo de 2010
Sant Boi de Llobregat, Parque Marianao
Pero llegó una época en el que la decadencia se extendió como un cáncer, aunque nadie sabía exactamente porqué, pero fueron abandonadas las cosas que antaño fueron bendecidas por el tiempo y los minutos de aquellos que vivieron en ese lugar.Se secaron los estanques, los pájaros emigraron para siempre o simplemente murieron de pena al no poder soportar tanta desdicha, y sin saber el porqué de aquel tremendo castigo.Y el fondo del lago, que nosotros estimábamos tan profundo como el mar, aparecía ahora al alcance de nuestras manos, triste y polvorientos, sin ni siquiera cadáveres de percas o ranas o algas secas, escenario para las carreras de lagartijas a las que ya no podríamos subir en hojas de eucalipto para que navegasen por las acequias del parque.Las estrías del tiempo y de la desidia resquebrajaban las profundidades que ahora estaban al alcance de cualquiera,y en aquel triste otoño donde el sol azotaba el cemento y las cortezas de las palmeras, parecía que todo solamente podía empeorar.
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