domingo, 30 de mayo de 2010
A veces, las nubes se concentran furiosas sobre la montaña de Sant Ramón, se tiñen de negro plomizo y se preparan para descargar una furiosa tormenta de verano, con gran provisión de truenos, relámpagos y ráfagas de vientos, esos trucos de pirotecnia de la naturaleza que asustan a los niños y sacan de sus casillas a los perros.El aire ya huele a lluvia y la brisa trae las primeras gotas.Miro hacia el cielo y ya vuelan pocos vencejos y golondrinas, señal inequívoca de que la tormenta va a producirse en breve y que no será una falsa alarma.Un rayo de luz que se filtra por entre las nubes preñadas de agua ilumina de improviso la ermita, que resplandece como en un cuento de terror romántico.
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