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sábado, 9 de marzo de 2013

Delacroix los tigres



    Los tigres de Delacroix , que pinta a gran formato y a todo color, son un raro ejemplo de retrato de animal salvaje, muy diferentes de cuandos los incluye en sus fábulas románticas como devoradores de pirncesas: aquí se trata simplemente de animales de animales salvajes y hermosos descansando, ajenos a la mirada humana ( en otras obras, repito, no será tan " objetivo" y aplicará a la mirada de sus felinos la misma rabia que a sus cazadores berberiscos ) En mi opinión, Delacroix se acerca aquí a la visión de Rembrandt o de lagunos dibujos de Durero, autores que intentan retratar a los animales sin proyectar en ellos rastro alguno de sentimientos o expresiones humanas.

Goya Los embozados

Porque el mismo romanticismo podría encontrar en esta escena de bandolerismo de Goya, y realmente la encuentro, el cuadro es sin duda magnífico, el tratamiento de la vegetación y de la luz, loa luminosidad de la escena, los tipos populares que retrata, no nos debe hacer olvidad que esta pintado una escena de bandolerismo, pero de andar por casa ( no hay una sensación de peligro, como podemos encontrar en tantas obras de Delacroix, no está ilustrando un cuento romántico más, Goya no es un viajero de lo exótico como Delacroix o como después lo serían Gauguin y van Gogh ). Da la sensación de que, aquí, en este claro del bosque donde se han encontrado, todos se conocen ¿ quién sabe si Goya retrató una escena que realmente había vivido o que le contaron ? es difícil de precisar, solamente tengo la impresión de que, tal vez, pudiera conocer a los protagonistas de sus obras.

Delacroix caza del león

En las escenas de Delacroix, en sus cacerías de leones norteafricanos ( extintos a mediados del pasado siglo) por jinetes tan o más salvajes que las fieras, me parece estar viendo una de aquellas películas de aventuras en las que el héroe tenía que salvar a la dama, espada o pistola en ristre, de las fauces de los felinos o de los salvajes incivilizados, un mundo de peligro, excitación y aventura.



Goya y el Parasol

El mundo de Goya parece menos impresionante, menos novelesco,su mirada es más directa, menos dada a entusiasmarse con la promesa de una vida llena de aventuras, riesgos y peligros, una vida de folletín como la que soñaba Delacroix, tal vez porque ya la tenía. En todo caso, Goya es tan cercano a veces que asusta, porque en el trasfondo de las caras sonrientes que retrata en los inicios de su carrera, en esos peleles voladores, en el baile de la gallina ciega con el fondo de la sierra y esas mujeres con caras de muñecas de porcelana, felices y misteriosas, se esconde algo que no es precisamente lo que nos prometen esas escenas, bajo la felicidad hay algo turbio, parece pintarnos.

Eugène Delacroix, pelea de caballos

Tal vez se deba a que el mundo romántico que retrata y evoca Delacroix se ha quedado en mera fantasía, en ese exotismo orientalista tantas retratado por las películas , por los cómics, por la industria del entretenimiento y del ocio, de tal manera que ese mundo que en el s.XIX  parecía tan fascinante ahora forma parte del imaginario colectivo;  el mundo de las aventuras en países exóticos, ese mundo que reclama la presencia del héroe, ese mundo que era la proyectación de una fantasía y que ahora no existe ni siquiera como esa fantasía.

Goya versus Delacroix



El pasado 2012 tuvimos la ocasión de ver confrontados a dos grandes maestros del romanticismo en el CaixaForum de Barcelona, Goya y Delacroix. He de decir que,al tener a los dos artistas juntos, Goya me siguió pareciendo más profundo y más actual que el pintor francés, pero ¿ porqué ?