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domingo, 30 de mayo de 2010

En Sant Boi no hay metro, pero en Cornellá sí, este es el interior de un vagón antiguo de la línea 2, la peor de Barcelona, que se reservaba al extrarradio dentro y fuera de la ciudad.Era uno de los metros más malolientes, lentos,ruidosos e incómodos de toda la línea de metros de Barcelona e inmediaciones.Aquí lo dibujé en uno de esos momentos en los que estaba vacío, con sus barras, sus asientos de plástico y sus ventanas y puertas de un gris frío y metálico.La línea proletaria del extrarradio.
A veces, las nubes se concentran furiosas sobre la montaña de Sant Ramón, se tiñen de negro plomizo y se preparan para descargar una furiosa tormenta de verano, con gran provisión de truenos, relámpagos y ráfagas de vientos, esos trucos de pirotecnia de la naturaleza que asustan a los niños y sacan de sus casillas a los perros.El aire ya huele a lluvia y la brisa trae las primeras gotas.Miro hacia el cielo y ya vuelan pocos vencejos y golondrinas, señal inequívoca de que la tormenta va a producirse en breve y que no será una falsa alarma.Un rayo de luz que se filtra por entre las nubes preñadas de agua ilumina de improviso la ermita, que resplandece como en un cuento de terror romántico.
La Muntañeta , por la noche, antaño un campo de netrenamiento de los militares, mucho antes campos de cultivo mediterráneo y ahora el parque donde se saca a pasear a los perros, a los abuelos y a los niños.Por la noche, y desde abajo , cerca del LIDL, la Muntañeta parece un bosque de verdad, una montaña de verdad.
Con el tiempo transcurrido en el mar, y cuando ya sus múltiples viajes le permitieron conocer tres océanos, empezó a ver con claridad en lo que antes sólo era una confusa maraña de olas de azules multicolores moviéndose incansables según los ritmos de los vientos y el fondo del mar, cambiando caprichosamente según los rayos de sol que se filtraban en las nubes ligeras, o en las nubes pesadas y cargadas de terribles tormentas.Su ojo empezó a distinguir cuando un azul cobalto y un azul celeste indicaban un río de agua dentro de una superficie de agua más vasta aún, cuando descubrió el absurdo de un río dentro de otro río, de un mar dentro de otro mar, de las corrientes que comunicaban los océanos por miles y miles de kilómetros, de auténticas autopistas por donde viajaban los barcos pesqueros, las ballenas y cientos de miles de tipos de peces de todas las formas, tamaños y colores, de los remolinos de agua que formaban las tempestades no sólo en el mar, sino también en el cielo.Y se le hizo claro todo aquel territorio hasta entonces monótono, uniforme y aún así amenazador, sin fronteras y sin límites.Aún le quedó una pregunta ¿ cómo serán los mapas del cielo?
El capitán del barco petrolero ha recorrido un largo camino desde Arabia para llegar aquí, pero ¿ cómo reconocer los lugares cuando no tenemos referencias?Con el tiempo ha aprendido a ubicarse aunque no tenga ninguna señal.Sí, ahora es fácil, de hecho navegar al lado de la costa significa que ya has llegado a tu destino.El problema lo tenía al principio, aunque sus aparatos le indicasen el punto exacto del planeta en el que se encontraba, el nunca se sentía seguro, y la angustia de estar perdido le torturaba.Pero tenía que esconder sus miedos.Por la noche,soñaba que nunca se detendría, que durante su vida entera vagaría por el mar sin un rumbo fijo.Que no volvería jamás.
Se hizo rico en Cuba y fue marqués.Y se trajo del Caribe las palmeras, el lago con las barcas, un reflejo del Paraíso al lado de Barcelona.Y se construyó su palacio, que para nosotros era como un castillo, o el sitio donde se hacía la F.P y después donde te renovabas el carnet de conducir, y ahora solamente un lugar cubierto con una red desde hace dos años, como un fantasma que ya no intimida ni asusta, más bien amenaza ruina y destrucción como tantas otras cosas.Y pienso en aquellos que marcharon a América , A Cuba, al Caribe, a donde tantos van ahora, y en como volvieron ricos y poderosos y erigieron sus castillos y palacetes como señores feudales, en como se trajeron su rom cremat y sus habaneras melancólicas, y en como astutamente no han contado toda la historia.En que esos palacios, esas dulces canciones, se hicieron a golpe de látigo contra las espaldas de los esclavos y de las esclavas, y que esos hombres y mujeres fueron traicionados por sus propios compatriotas en África, no hay ninguna raza superior a otra, todas nos igualamos en la miseria.

Sant Boi de Llobregat, Parque Marianao

Pero llegó una época en el que la decadencia se extendió como un cáncer, aunque nadie sabía exactamente porqué, pero fueron abandonadas las cosas que antaño fueron bendecidas por el tiempo y los minutos de aquellos que vivieron en ese lugar.Se secaron los estanques, los pájaros emigraron para siempre o simplemente murieron de pena al no poder soportar tanta desdicha, y sin saber el porqué de aquel tremendo castigo.Y el fondo del lago, que nosotros estimábamos tan profundo como el mar, aparecía ahora al alcance de nuestras manos, triste y polvorientos, sin ni siquiera cadáveres de percas o ranas o algas secas, escenario para las carreras de lagartijas a las que ya no podríamos subir en hojas de eucalipto para que navegasen por las acequias del parque.Las estrías del tiempo y de la desidia resquebrajaban las profundidades que ahora estaban al alcance de cualquiera,y en aquel triste otoño donde el sol azotaba el cemento y las cortezas de las palmeras, parecía que todo solamente podía empeorar.

Sant Boi de Llobregat, el delta desde Sant Ramón

Subiendo hacia Sant Ramón, dibujo lo que queda del delta, en la actualidad casi todo forma parte del aeropuerto.En esta simbiosis de naturaleza y civilización el telón de fondo del mar parece una broma¿ realmente está allí?Los aviones despegan cada 10 o 15 minutos, veo correr al ave entre los huertos y las naves industriales,descubro como nuevos edificios brotan de los campos de cultivo moribundos y el reflejo del sol en los coches se reflejan en las troncos dd los pinos que bordean el camino.Cae la tarde y el espectáculo es único, después de todo la belleza no está en las cosas , sino en aquel que la mira.Y sólo los necios no la encuentran en ninguna parte.

Sant Boi de Llobregat,lago del parque de la Muntayeta

Había una vez un pueblo del extrarradio con grandes terrenos descampados donde no crecía nada y solamente se acumulaban basuras.Bueno, en uno de ellos se acumulaba el agua de las lluvias, de tal forma que durante algunos días aquella charca era casi como una balsa verdadera.He aquí que el impulso civilizador y constructor del hombre dio a luz a este lago artificial con su islita donde patos y tortugas toman la sombra y el sol, un restaurante se asoma a sus orillas, se escuchan los gritos de los aficionados al fútbol del campo de al lado y los pitidos de los camiones y autobuses en la carretera cercana.Extraño.Por una vez no hicieron lo que en realidad no tenían pensado.

Sant Boi de Llobregat, Collserola

Cuando la noche cae sobre la ciudad,miles de luces móviles e inmóviles motean las faldas de las montañas disipando con sus halos la negrura de ese mundo natural en el que no rigen las normas de la destrucción continua.Sorprende la tranquilidad con la que piedras, árboles y hierbas asumen su destino, sabedores tal vez de que esta es una lucha que nunca se va a detener.Y mientras que el hombre piensa en su vida bajo las estrellas, arropado por la oscuridad de esta noche, y mientras que observa la vida que nunca se detiene, no es sólamente el ir y venir de los vehículos lo que no para, sino que bajo sus pies mismos minúsculos seres se desperezan, comen o mueren, y robles y pinos siguen creciendo hacia el sol que ahora no está.Sólo en estos momentos parece que la naturaleza va ganando la partida, aunque las luces y el estruendo del día nos traerá otra impresión más exacta.Pero ahora, cuando escuchamos el latir de la ciudad al fondo, también podemos escuchar los silabeos de los insectos invisibles en la hierba y pensar que, a fin de cuentas, no todo está tan claro.
Sant Boi de Llobregat es el pueblo de los locos,el pueblo de la broma.Desde la montaña de Sant Ramón se ve la Serra de Collserola y otros tantos pueblos al otro lado del Llobregat.La lucha entre la naturaleza y la humanidad (con todos los defectos e imperfecciones que los dos mundos conllevan) ha sido cruenta aquí.Los bloques de pisos,carreteras,polígonos industriales y urbanizaciones han ido devorando los campos de cultivo y los bosques, dejándonos un escenario donde no se puede escribir la palabra fin,aunque sabemos que al final van a ganar siempre los mismos.