Después de la Edad de Piedra, viene la Edad de los Metales. Eso es lo que dicen los manuales de la Prehistoria. Desde la Era de los Metales, desde la Metalurgia, nos llegan los objetos como las aceiteras y las cafeteras. En este dibujo, la aceitera, que en el anterior dibujo estaba tumbada, ahora se alza, y los reflejos de la habitación donde se dibujó se asemejan columnas de bloques de pisos, rascacielos, de una nueva era de los metales, ahora ya en el siglo veinte.
Pero esto es sólo un dibujo de objetos encontrados por casa y dispuestos de una manera sencilla. La taza de cerámica, una bola de yeso, la cafetera Bialetti que transforma los granos de café de América y África en bebida y encuentros, y la aceitera que almacena el oro líquido que antaño recogíamos con mulos y burros en las soleadas colinas del sur mediterráneo, al dibujarlos nos plantean más preguntas que respuestas. Yo creo que sólo el contacto prolongado con estos objetos, en el acto de dibujar, nos hace preguntarnos esas cosas. Y a esos objetos anónimos, callados y discretos, se les restituye su dignidad, de la misma manera que el mismo acto de dibujarlos y de contemplarlos nos hace apreciar la magnitud del tiempo.
Dibujo sobre papel Ingres de 50x70 cm, con carboncillo, lápiz de carbón prensado y creta blanca.
