
Brunelleschi y Ghiberti desdibujados desde las escaleras del Duomo, rodeado por el Turistán incesante que recorre las calles florentinas, el dibujante no acierta a enhebrar las líneas del diseño racional y exacto del Renacimiento, ahora pasto de los fast foods y de los tour operadores que dirigen a los rebaños turistanes para que admiren tanta belleza dormida.La Florencia de la realidad no es ni la sombra de la Florencia de la imaginación.
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