Antes era un fortín para avistar las expediciones africanas que venían a la isla en busca de esclavos, y ahora es un museo de arte a la vera del Atlántico, ese mar salvaje y de un profundo azul cobalto donde las corrientes de agua arremolinadas por los vientos muestran varias gamas de azules duros y fríos.Curioso el destino de estas edificaciones militares, reconvertidas ahora en variopintos museos con restaurantes y tiendas de souvenirs, alejadas de las aglomeraciones del levante y del sur de la península.Nunca parece haber demasiado gente, aunque la poca gente que encontramos proceden de muchos lugares distintos.
miércoles, 29 de septiembre de 2010
Antes era un fortín para avistar las expediciones africanas que venían a la isla en busca de esclavos, y ahora es un museo de arte a la vera del Atlántico, ese mar salvaje y de un profundo azul cobalto donde las corrientes de agua arremolinadas por los vientos muestran varias gamas de azules duros y fríos.Curioso el destino de estas edificaciones militares, reconvertidas ahora en variopintos museos con restaurantes y tiendas de souvenirs, alejadas de las aglomeraciones del levante y del sur de la península.Nunca parece haber demasiado gente, aunque la poca gente que encontramos proceden de muchos lugares distintos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario