El viento, omnipresente en la costa este de Lanzarote, arremolina las olas día y noche, el viento se te mete por todos los poros de la piel y por los pensamientos y nunca se detiene, y peina las hojas de las palmeras plantadas en las avenidas de hoteles y apartamentos de Costa Teguise, un lugar del todo artificial y cuya alma reside en lo transitorio de su gente, turistas que siempre están de paso, gente ávida de experiencias y de paz, gente que desea olvidar una vida o tal vez crearse otra, que imagina un antes y un después de unas vacaciones, de unos días de no hacer nada, que se estresará a los pocos días de tanta simplicidad,de tantos minutos huérfanos de objetivos,que desearán regresarán para añorar después las tardes al sol de la isla.
miércoles, 29 de septiembre de 2010
El viento, omnipresente en la costa este de Lanzarote, arremolina las olas día y noche, el viento se te mete por todos los poros de la piel y por los pensamientos y nunca se detiene, y peina las hojas de las palmeras plantadas en las avenidas de hoteles y apartamentos de Costa Teguise, un lugar del todo artificial y cuya alma reside en lo transitorio de su gente, turistas que siempre están de paso, gente ávida de experiencias y de paz, gente que desea olvidar una vida o tal vez crearse otra, que imagina un antes y un después de unas vacaciones, de unos días de no hacer nada, que se estresará a los pocos días de tanta simplicidad,de tantos minutos huérfanos de objetivos,que desearán regresarán para añorar después las tardes al sol de la isla.
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