Como decía, me parece un tanto presuntuoso que Le Brun intentase otorgar importancia a algo que ya lo tenía desde el Barroco en el cual él se formo. En la quintaesencia del Barroco tenemos, como no, a Gian Lorenzo Bernini, y su retrato en mármol de su amada Constanza Bonnarelli. Cuenta la historia de que a Bernini le llegaron voces de que ella se entendía con su hermano. Gian Lorenzo no pudo creerlo así que siguió a su hermano y los sorprendió. Apalizó a su hermano con una barra de hierro, rompiéndole algunas costillas , pero a Constanza no la tocó, sinó que buscó a un matón de poca monta para que le destrozase la cara con una navaja a cambio de dos botellas de vino. El matón se bebió el vino y se olvidó de mutilar el rostro de Constanza. Bernini fue levemente castigado por el Papa y nos dejó esta maravillosa pieza maestra de la escultura.
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