El día acaba de nacer. La plaza está medio vacía, las urracas y las palomas se enseñorean por las barandas del parque de juego y por los bancos, buscando siempre algo que comer aquí y allá.
Los primeros transeúntes atraviesan la plaza como el marinero que se adentra por el mar a primera hora, con la brisa fresca de la mañana revolviendo sus cabellos y la luz del sol a sus espaldas, rumbo al horizonte del final de la calle.
El lunes, y la semana comienza amablemente. Disfrutemos de esa sensación antes de que alguien o algo nos la arrebate.
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