El tren siempre ha sido un lugar ideal para leer. Dependiendo del trayecto, no podías hacer nada mejor que concentrarte en tu lectura. No puedes hacer otra cosa. Nadie te va a molestar. Durante mis trayectos al trabajo, me he leído muchos libros. Con frecuencia, la mejor parte de la jornada era el viaje el tren y la inmersión en el mundo de la lectura.
Ahora no sólo se lee. Muchos chatean, otros juegan, algunos ven series o videos musicales y también escuchan música. Algunos deben leer algo más que los titulares de un diario, también veo gente que lleva sus libros electrónicos. Algunos, muy pocos, llevan su libro y casi nadie un diario.
Todos siguen enfrascados, eso sí, en el mundo que se desarrolla más allá de sus límites.
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