A las seis y media de la mañana, le gente aún está en el otro mundo. La noche aún cubre la tierra y por la ventana aparecen los bloques de pisos y las farolas de las calles aún encendidas. Estas mujeres duermen o miran en las pantallas de sus móviles, en una especie de duermevela del cual van despertando a intervalos, tras cada parada de tren. Poco a poco, las luces de las farolas se van apagando y la luz del sol poco a poco se encarna en los bloques de pisos que rodean las vías del ferrocarril.
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