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sábado, 21 de agosto de 2021

Oveja en Alberuela de Laliena


 

Crónica de una muerte anunciada

Volvíamos de una gran caminata , desde Alquézar, bajo el sol inmisericorde de Agosto cuando, ya casi al llegar al pueblo, bajo una encima, vimos el vientre de una oveja inmóvil. Parecía muerta, pero al acercarnos pudimos comprobar que aún respiraba. Un golpe de calor, pensamos. Así que como el pueblo estaba a unos cien metros, me adelanté y de los contenedores próximos al pueblo cogí una garrafa vacía de 8 litros, para llevarle agua al animal. Le dimos a beber y le soltamos toda el agua encima, para ver si reaccionaba. La oveja se encontraba mejor, pero aún no era capaz de levantarse, así que la cubrimos del sol con unas ramas y la dejamos allí para ver si se recuperaba. Si por la tarde, al regresar, la oveja ya había muerto, los buitres de la región darían buena cuenta.
Al volver por la tarde, comprobamos que el animal aún estaba vivo. Volví a traer de nuevo 8 litros de agua que le echamos encima y que le pusimos para beber. La ayudamos a levantarse, y al cabo de dos o tres intentos, a duras penas, se pudo poner en pie y empezó a comer la yerba que crecía debajo de las grandes carrascas que la habían cobijado del sol durante todo el día. Cuando ya casi era de noche, el hijo del dueño, que había pasado antes y había ignorado la presencia nuestra y del animal, se paró, la recogió con su todoterreno y se la llevó al corral, a unos 100 metros de allí, para dejarla con las demás. Se trataba de un animal viejo que no había podido seguir a los demás y que se había quedado allí, tal vez por un golpe de calor, esperando la muerte.
A la mañana siguiente, el dueño de las ovejas nos dijo que estaba en el corral, que comía y se ponía en pie, pero aún así la mató igualmente.
Esta es la ética de lo que se llama " la España Vaciada".
Para un ganadero, los animales son objetos. No estamos hablando de los pastores de la generación de mis abuelos. La relación del ganadero con sus animales se parece más a la del obrero con una máquina.Cuando el animal ya no es rentable, se le elimina, tal vez abandonándola a su suerte en medio del monte ( para regocijo de los buitres, de hecho la colonia de la Sierra de Guara hay que mantenerla de alguna forma ).
Sin embargo, podía haberlo omitido. Podía haber mentido. Podía haber dicho que la oveja se había muerto por la noche, aunque la hubiese matado. Pero no, en su declaración estaba el regocijo del que cree que tiene poder para hacer lo que quiera, para decirnos que lo que habíamos hecho no servía para nada, porque la oveja era suya y la había matado porque sí. En su declaración se mezclaban la prepotencia, el cinismo, la soberbia y la ignorancia. La ignorancia de que él, también, será algún día como esta oveja y, como él no está solo en el mundo y hay muchos como él, podrá probar de su propia medicina algún día.
Todo llega, afortunada o desafortunadamente.

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