Late una extraña proclividad satánica entre
los dulces labios de Lili Braun mientras Tokio vela temeroso contra la noche se
vuelca Tokio suavemente hacia sí mismo y a la vez se retrae y se preocupa de
rasgar lo oscuro Tokio ronronea entre las tinieblas inventa constelaciones de
cibernética angustia desconoce el amor y el barro añora la lluvia la quietud
callada de los besos y la muerte la tremenda verdad del océano por todo ello es
necesario que el cadáver caliente y desnudo de Lili Braun yazca abandonado
entre la chatarra cual flor vana porque todo Tokio cifra sus parcas y
miserables esperanzas en la imagen estúpidamente yerta de su rostro muerto su
carne al fin y al cabo vencida por la crueldad de la podredumbre.
Lili Braun morirá una noche de enero y en su intestino florecerán amapolas.
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