Piedra, papel o tijera
Ya no sabe qué hacer.
Por la mañana al desconchar el azucarero de vidrio con un golpe seco contra el
mármol blanco descubre que su derecho es pedir a gritos tener razón.
Más tarde, al pasar bajo las líneas de luz de las persianas descolgadas siente
que todo vale el nombre que lleva, y el tuyo le suena tan dulce.
Al volver sobre sus pasos y notar el ardor de la arena incrustada entre las
uñas que arañaron metal sabe que aún guarda las palabras que tú le prestaste
para explicar que ya no te besa.
Y no te las va a devolver.
Marnie Braddock
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