Realizados durante mi periodo de participación en el grupo de Arte Constructivo RASEN, tutelado por Juan de Andrés durante el periodo 1998-2003 desde el Taller de Arte Can Masalleras, de Sant Boi de Llobregat, estos collages realizados con impresiones de ordenador levemente modificadas, papeles decorativos y trozos de papel con acuarela o lápiz, eran una especie de pintura sin pintura hechos a pequeña escala y sin ninguna pretensión de que llegasen a ser algo más, que no se pasasen a una escala mayor, sino a la manera de pequeños bocetos o dibujos, pero sin dibujar.
Los artistas escogidos no obedecen a otro criterio más que a mi gusto personal, aunque cada uno tiene su significado en la visión del arte y de la vida que estos establecen : Rafael es la armonía, Van Gogh es la creatividad, Picasso es la profundidad, Goya y Caravaggio son lo oscuro, Rembrandt es la luz, Ingres es lo sensual,Vermeer es la sensibilidad, Velázquez es la tradición... pero muy sui generis
Durante esta época también me inicié en los programas de imagen informáticos, en su impresión y en las posibilidades de los mismos. En obras posteriores, jugué con la idea de la imagen imitada y la imagen impresa, en el desmembramiento de obras de Guido Reni y Goya, de Vermeer, pintando sin pintar y haciendo una especie de escultura/ assemblage sin realmente esculpir. Recuperando estas obras, me doy cuenta de su verdadera función en la creación de las obras que creé dentro de la órbita de RASEN.
Si alguien pregunta por un artista desgraciado, suele venirnos a la mente el caso de Vincent van Gogh. Dentro de la tradición del artista romántico, Van Gogh es el paradigma que fracasa en la vida de su tiempo pero que triunfa para la eternidad, si lo entendemos desde nuestro presente. El caso contrario, y mucho menos conocido, sería el de Rafael Sanzio, uno de los tres gigantes del Cinquecento, y el menos conocido y apreciado de los tres en nuestra época actual.
Durante unos 300 años, Rafael no fue sólo el paradigma del clasicismo, de la representación mimética y del arte pictórico, sino el artista que definía como ningún otro la imagen que el ser humano debía tener de sí mismo. Rafael era el epítome de la perfección artística, del equilibrio, de la serenidad, de lo ideal. Una concepción del arte pictórico que con el romanticismo empieza a tambalearse y que ya a a finales del s.XIX y comienzos del s.XX será sustituida por otros valores, relacionados con la expresividad,la creatividad, de los que , en principio, carecía el arte de Rafael, sometido a la vulgarización que del mismo hicieron las academias y el público. Todos parecen conocer a Rafael, o la visión de Rafael que había dado el academicismo, pero a ojos nuestros sigue siendo el más enigmático de los tres gigantes del Cinquecento.
Rafael fue el academicismo, y por tanto el enemigo a batir por el arte moderno. Sorprende , sin embargo, acercarse a la obra de un artista prodigioso estilísticamente y que dominaba la pintura mural y la arquitectura de una manera que deja atrás a los mucho más conocidos Miguel Ángel y Leonardo da Vinci.Y que fue capaz de crear una escuela antes de su muerte, antes de su muerte con sólo 37 años. Y porque no sólo cree en un ideal de perfección, equilibrio y calma , sino que intenta y consigue llevarlo a su expresión plástica. Y esto es lo que más molesta. Porque no somos capaces de pensar y de creer como él. Como decía Nietzsche, en vez de encerrarse y llorar y beber cerveza, algo que criticaba el filósofo del Así habló Zaratrusta en sus compatriotas alemanes, el joven Rafael se pone a trabajar para emular a sus dos admirados maestros. Esta es la lección de Rafael que admiraba Nietzsche.
Esta obra, la Virgen del jilguero, se encuentra actualmente en los Ufizzi, Florencia
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